El lavado o la limpieza, son operaciones que pretenden devolver a la ropa su aspecto y textura originales.
Nunca se debe proceder al lavado de una prenda, sin conocer el origen de los textiles.
Los uniformes deben ser sacudidos y abiertos, antes de ser introducidos en la máquina.
Todos los uniformes deben ser lavados del revés.
Se deben comprobar y vaciar los bolsillos antes del lavado, así como cerrar los cierres.
Es muy importante no sobrecargar la máquina, la ropa con espacio para moverse quedará mejor lavada. La carga de la máquina varía según el tipo de fibra, el volumen del tambor y aún según el estado de suciedad de la ropa.
Es en esta fase que los uniformes deben ser cuidadosamente verificados, para ver si tienen manchas, que deberán ser removidas antes del lavado general, pues el agua caliente o detergente puede fijar la mancha, "cocinándola" y haciendo imposible su remoción.
Los uniformes más delicados se deben lavar dentro de una bolsa de red.
Después del lavado los uniformes deben ser retirados de la máquina, para no desarrollarse hongos que provocan malos olores y para no quedar muy marcados, lo que dificulta el paso a planchar o el doblado.
La temperatura del agua es muy importante, pues hay ciertas reacciones químicas que sólo se producen con una determinada temperatura, así como la eficiencia de los detergentes.
Sin embargo, hay ciertas fibras que pueden deteriorarse por el calor del agua.
El agua puede parecer un componente trivial, sin embargo es la condición más importante del lavado. Las propiedades de una determinada agua tienen una gran influencia en los resultados del lavado.
La dureza del agua es una propiedad que implica directamente en el lavado de la ropa. Esta característica indica la concentración de sales de calcio y magnesio disueltos, que se encuentran en el agua.
Un agua que tiene en solución un alto contenido de sales de calcio y magnesio tiene una dureza elevada y por lo tanto es un agua DURA. Un agua MACIA es lo contrario, es decir, contiene pocos o hasta ningunas sales de calcio y magnesio disueltos.
El agua suave lava mejor que la dura, aunque enjuague con más dificultad.
Cuando el agua es dura, la ropa se vuelve grisácea, con mal olor y hay dificultad en la penetración del agua, haciendo por eso, pasar más detergente y consecuente aspereza de la pieza y dificultar en planchar.
Para un correcto secado de las piezas, sin deformarlas y aumentar su vida útil y en buen estado, debe tenerse en cuenta la temperatura de secado pues el calor destruye las fibras.
La máquina debe estar bien ventilada para evitar la acumulación de polvo en los filtros dificultando la entrada y salida de aire y consecuente mal seco de la ropa, aumento del tiempo de secado, etc.
No se debe mezclar ropa de texturas diferentes, pues hasta secar la más gruesa, la más fina quedará excesivamente seca, lo que dificultará el paso a hierro y doblado.
Lo mismo sucede con los colores, pues hasta se se secan, las prendas de vestir debutarán entre sí.
El paso con lejía es una operación de blanqueamiento, muy común para quitar algunas manchas y aclarar la pieza.
La lejía es un agente de blanqueamiento que se debe utilizar correctamente, so pena de deterioro grave y definitivo de la fibra.
Con el tiempo el cloro contenido en la lejía tiende a amarelar la pieza, no removiendo la suciedad, dándole un mal aspecto e incluso quemar la fibra lo que hace que ésta se rasgue.
En sustitución de la lejía, se deben utilizar blanqueadores oxigenados, que son eficaces y no tan agresivos para la pieza.
Se deben aplicar según las instrucciones descritas en el embalaje y antes del proceso normal de lavado.
La calidad final de un paso de hierro depende de varios factores entre los cuales: Humedad de la pieza, Temperatura del hierro, Presión ejercida, Número de pasajes.
Al planchado, la ropa debe estar ligeramente húmeda. Demasiado seco dificulta su paso, obligado a un mayor número de pasajes del hierro, más temperatura y consecuente daño en la pieza.
Es muy importante controlar la temperatura del hierro, pues ésta debe ser en función de los tejidos que van a ser pasados.
Las temperaturas del hierro muy altas tienden a quemar las fibras, dándole brillo. Estos brillos son las fibras quemadas, que con el tiempo se van partiendo y la pieza se rasga.
Para evitar estos brillos, designados de lustre, debe utilizarse una base en el hierro, pues minimiza la temperatura de contacto.
Las tablas de planchar deben estar forradas con un paño apropiado, que mantenga el calor del hierro y que facilite el paso de la ropa, así como contribuyan, cuando sea necesario, a través de aspiración para el debido enfriamiento de la pieza.
En las planchas de vapor, el agua a utilizar debe destilarse para evitar que el interior del hierro se dañe y que no gane depósitos y suciedad, que pueden pasar a los uniformes.
Normas Básicas No deje que la ropa quede demasiado sucia.
No guarde la ropa húmeda.
Separe adecuadamente la ropa, de acuerdo con los símbolos de conservación.